Los datos monetarios y financieros del mes de julio mostraron que las políticas de estabilización de la economía en general, aunque efectivas hacia el final del segundo trimestre, no tenían una base firme y la presión a la baja sobre la economía no había desaparecido debido a factores como la recurrente epidemia. A pesar de la muy visible relajación monetaria, la demanda global en la economía real fue insuficiente, con una gran cantidad de fondos depositados en los bancos en forma de depósitos y que no fluyen hacia la economía real. Las cifras de julio fueron, por supuesto, de carácter estacional, ya que un gran número de préstamos a corto plazo formados en el segundo trimestre también vencieron en el mes, lo que provocó una fuerte caída de los nuevos préstamos a corto plazo. Pero la financiación en acciones vuelve a estar en juego y los mercados de capitales pueden volver a tener una gran responsabilidad en la gestión. Y aunque en la reunión del Politburó del año 429 se modificó la referencia anterior a una reforma integral del sistema de registro para avanzar de forma constante en la reforma del sistema de registro, esta referencia no se ha destacado recientemente. Y la reducción de los depósitos fiscales y la emisión de bonos del Estado mostraron el efecto de la política fiscal activa.
En el informe de aplicación de la política monetaria del segundo trimestre, el banco central situó la cuestión de la inflación estructural en un lugar destacado, afirmando que lograría un equilibrio entre el crecimiento estable, el empleo estable y los precios estables, y que el banco central aprovecharía la ventana de tiempo favorable para "pararse" y orientar los recursos crediticios para invertir más en áreas clave de la transformación económica real, aprovechando la inversión verde, la renovación de las antiguas zonas urbanas, la La fabricación de alta tecnología, la innovación científica y tecnológica y otras potencialidades estructurales, para promover un ciclo virtuoso de las finanzas y la economía real.